La guerra por la democracia

Una película de John Pilger, el flaco Menotti del cine, sobre la maravillosa respuesta de la gente a la hora de defender la democracia en América Latina. Si tiene usted una hora libre, bienvenido, bienvenida. Corre video.

Mi amigo Ciro

 -¿Cómo, eres amigo de Ciro?

-¿Cuál Ciro?

-Pues tu amigo Ciro. Estoy viendo que lo tienes agregado en redes sociales.

-No sé quién sea. Uno no puede conocer a todos sus amigos.

***

Actualización, Ciro Rivera ya es mi buen amigo, amigo.

Memories are made of this

Como todos los niños, yo memoricé. Memoricé las clases de dinosaurios, su dieta, su tamaño y sus nombres científicos. Memoricé los concilios de la iglesia. Memoricé la alineación campeonísima del Puebla, las letras de mis canciones favoritas de los Beatles, las capitales de los países que me parecían más inusuales, como Togo y Estonia.


Mi memoria anda mucho peor estos días. Me propuse no olvidar jamás a Rashmanisvili y su estático colorido, aunque seguramente no se escribe así su nombre, o quizá, ni siquiera se llama así. También me propuse recordar por siempre a Ouedraogo y su teatralidad africana; recordar lo más posible la película de Jean Rouch, Petit a petit, y cada vez puedo menos. Quizá, en algún momento, mnemotécnicamente repetiré la lista de lo que no debo olvidar y no podré decir nada más sobre ella.

Junto con estos recuerdos, también guardo algunas frases que serán útiles en casos específicos. Barrilete cósmico. Como decía el profe Constancio Córdoba, perdimos, pero ganamos experiencia. ¿Que todo bien? Viento en popa a toda vela, no surca el mar, sino vuela. La rosa sin porqué, florece porque florece. Le pido al barón Aarón, que no le toque a ese botón.


¿Dónde están las zapaterías?

Cuando uno aprende una lengua, memoriza en el camino frases sueltas que ha oído durante la clase. ¿Por qué se nos quedan grabadas unas frases malditas y no otras? ¿Por qué las repetimos fuera de todo contexto? ¿Por qué esperamos lanzarlas al primer ser humano que hable aquella lengua?

¿Por qué nos persiguen años después de que abandonamos ese idioma?

Porque tarde o temprano llegará la hora cero, el momento de echarlas, como nuestro único chiste en la chistera, listas para ser recibidas por la amabilidad japonesa, el humor checo, el gesto adusto de un alemán (praktisch und sehr modern) que nos devolverá quizá una sonrisa, un aplauso o más probablemente algo similar a la cara que hacemos nosotros cuando nos dice un francés en su único español: ¿Dónde están las zapaterías?

Por suerte otro francés me ha dado la respuesta.

-My taylor is rich...