Soñé que veía una película que no he visto. Entonces tenía que ir inventando la película sobre la marcha. Salía una mujer de rostro pálido sin nariz ni boca (era un sueño de miedo). La mujer se hacía presente con unos aterradores tenis converse de colores.
En el sueño uno es proyector, sala, público, director y película. No puede salir todo tan bien. Ni tan terrorífico, ni tan real, ni tan soñado, ni tan como en las películas.
Mente lúcida, de Bárbara Bezina. |