Las ideas de “El Nigromante”, luz en el momento crítico
Emilio Arellano, tataranieto de Ignacio Ramírez, a quien considera “el cerebro más brillante del siglo XIX”, acaba de editar La Nueva República, tras haber dado a conocer en 2009 sus Memorias perdidas. Mientras éste era un libro de carácter biográfico, el actual es una síntesis del pensamiento del escritor y político. Ahora que el Papa Benedicto XVI hace su primera visita a México, recuerda la importancia del impulsor de la separación Iglesia-Estado.
Emilio Arellano, tataranieto de Ignacio Ramírez. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Para el abogado Emilio Arellano, Ignacio Ramírez El Nigromante fue la mente más brillante del liberalismo mexicano del siglo XIX. Conocer su pensamiento, dice, no es una cuestión de historia: es elemental para que en las elecciones de julio próximo los mexicanos decidan bien su futuro y el de varias generaciones.
Por eso, de entre los más de 7 mil documentos del archivo heredado por la familia del liberal y político nacido en San Miguel el Grande (hoy de Allende), Guanajuato, el 22 de junio de 1818, decidió dar a conocer los que mejor exponen sus postulados, algunos de ellos plasmados en la Constitución:
Separación de la Iglesia y el Estado, educación laica y gratuita, garantías individuales, igualdad de géneros, separación de los poderes Ejecutivo y Judicial, libertad de prensa e imprenta, libertad de expresión, libro de texto gratuito, que México es para los mexicanos y hasta la idea de la revocación de mandato impulsada hoy por grupos ciudadanos inconformes con el gobierno de Felipe Calderón.
Tataranieto del histórico personaje, el licenciado en derecho por las universidades La Salle y UNAM, descendiente también de Francisco Zarco, publicó con ese material La Nueva República. Ignacio Ramírez El Nigromante, que da continuidad al volumen Ignacio Ramírez El Nigromante. Memorias prohibidas, en el cual compiló documentos inéditos, resguardados durante 100 años por su familia.
También editado por Planeta, el nuevo libro de 205 páginas muestra sobre todo el ideario de El Nigromante. Las diferencias entre ambos textos, dice su autor, son abismales, pues en el primero se presenta una biografía del personaje, “con un lenguaje moderno, no tan solemne” como el utilizado por su histórico biógrafo y discípulo Ignacio Manuel Altamirano; y en el segundo, su pensamiento.
La idea es que ya que esta nueva generación de mexicanos conoce al personaje, profundice ahora en su ideología liberal y nacionalista, “realmente impactante por su visión futurista”, dice Arellano, y destaca que no bien ha comenzado a difundirse, pues las primeras presentaciones públicas se harán hasta finales de este mes, ya causa polémica.
Afirma que incluso se quiso impedir su publicación pues no sólo cuestiona a personajes históricos conservadores, como Lucas Alamán o Miguel Miramón, también a los propios Benito Juárez o Miguel Lerdo de Tejada (a qienes Arellano llama liberales moderados), y –dada la vigencia de sus ideas– a la derecha actual.
Un documento de 1521 que recupera las palabras de Ahuelitoc Ixcapa Calzada, “descendiente de los señores aztecas de Tacuba” y uno de los ancestros indígenas de Ignacio Ramírez, es el que parece haber provocado mayor escozor. Cuenta Arellano que el sacerdote mexica iba en la comitiva de Cuauhtémoc que llegó hasta Hibueras, donde fueron sacrificados:
“El libro fue casi prohibido y sólo con el apoyo de Planeta lo pudimos sacar, porque en la página 153 viene una profecía que impactó tanto al INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), a las instituciones culturales, como a varios estudiosos; me dijeron que era una tradición oral conocida en los pueblos indígenas y que yo no tenía derecho a divulgarla porque ellos lo iban a hacer en su oportunidad.”
La tradición relata que cuando agonizaba Ahuelitoc Calzada, maldijo a Hernán Cortés. Le dijo que sus restos (que hoy se encuentran en la iglesia de Jesús Nazareno, en el Centro Histórico de la Ciudad de México) jamás encontrarían reposo en México ni en ningún otro lugar, “y ojalá algún día los expulse el pueblo mexicano porque es el gachupín más nefasto que ha existido en México”, agrega Arellano. Ixcapa dijo a Cortés:
“Así como había una profecía de tu llegada, hay también una profecía de tu caída entre nuestro pueblo y será al terminar esta era, en 2012. Venus anunciará tu final y todos los indígenas que masacraste nos vengarán. Nunca disfrutarás de tus conquistas o de lo que nos robaste y jamás encontrarás reposo en estas tierras (…) y el gobernante que te expulse de nuestro reino llegará a ser el monarca más querido de esa nueva era de esplendor (…) Tus restos desaparecerán en llamas, como con las que atormentaste a nuestro gran Tlatoani.”
Y en seguida la profecía temida:
“De estas tierras en el sur del imperio, en donde nos encontramos y en donde murió nuestro señor Cuauhtémoc, nacerá y llegará el primer gobernante de la nueva era, y la gran tortuga de su tierra natal lo profetizará: Ipiltzin-ayutl-tepetl.”
Aunque se considera que Hibueras es hoy territorio de Honduras, Arellano dice que es Tabasco, y que la tortuga es una escultura del sitio arqueológico Tortuguero (donde se encontró la estela que señala al 21 de diciembre de 2012 como el inicio de un nuevo ciclo en el calendario maya), localizado en el municipio de Macuspana.
Agrega el abogado que sólo uno de los candidatos a la presidencia de la República es de Tabasco (Andrés Manuel López Obrador, quien nació precisamente en Macuspana), “y esa es la única zona arqueológica con ese nombre, por eso mucha gente está inquietándose con esta profecía… será cierta o falsa, lo dejamos a criterio de cada persona, pero es importante que conozcan lo que está pasando en México para que tomen conciencia, si no en la desmantelada nacional nos van a dejar bailando a todos los ciudadanos”.
Adoctrinados
A decir del autor, los dos libros sobre El Nigromante son esenciales y no se entiende uno sin el otro, llevan una ilación. El material de su archivo podría dar para varias ediciones. Es “una constelación de información”, pues Ramírez participó en la Constitución de 1857, en las Leyes de Reforma, hizo teatro, poesía, novela, “es inagotable el material”, insiste, pero quiso incluir los temas que pudieran ser útiles en la actualidad.
Exhibir, por ejemplo, la mentalidad de los conservadores y cómo se pueden combatir “esas ideas nefastas que quieren subastar al país de una manera impune”. Expone:
“Don Ignacio Ramírez decía que México debe ser para los mexicanos y que la industria y el comercio deben ser dominados por el pueblo. Y que para eso necesita primero ser preparado con una educación laica y gratuita. Es lo que quieren desmantelar ahorita, para volvernos a meter en la teología y en los documentos del padre Ripalda. Para quienes nos consideramos gente coherente y consciente, es inaceptable ese tipo de ideología.
“No negamos la validez de las creencias religiosas, pero el clero no tiene nada que ver con la administración pública. Ignacio Ramírez decía que cada vez que el clero ha intervenido en asuntos políticos la patria ha quedado ensangrentada, se han generado guerras fraticidas por defender sus fueros y privilegios. Por eso es importante que no se reformen los artículos 24 y 130 constitucionales ni se desmantele la educación laica y gratuita.”
Su deseo es que el libro se lea y se comente y, en las posibilidades de cada persona, se dominen los temas y conceptos porque es una obra “para la supervivencia del Estado laico y nuestro futuro como nación independiente, porque el problema no es si sacamos muchos o pocos libros de Ignacio Ramírez, el problema es que el momento histórico que va a vivir México el próximo 1 de julio será determinante para el futuro de varias generaciones de compatriotas.
“Necesitan leerlo para estar conscientes de lo que hay, de lo que se puede hacer y de las consecuencias de seguir con el mismo sistema político de los últimos 12 años, que ha sido desastroso, o del error más grande que podría suceder, que es regresar a las épocas pasadas de impunidad.”
La derecha actual, en colusión descarada con el clero, dice, ha apostado a la falta de memoria del pueblo mexicano, pues quizás efectivamente ya olvidaron los pasajes de la época de la Reforma, la Guerra de Reforma, la intervención francesa, las Leyes de Reforma o las guerras cristeras posteriores, y cómo intervinieron en todo ello el clero y los conservadores, dejando ensangrentada a la patria. Para combatir ese tipo de conductas, “nocivas para nuestro desarrollo nacional”, recomienda retomar a El Nigromante:
“He analizado a diversos personajes de la historia de México y realmente él resalta por su honradez, por su limpieza y profundidad de pensamiento. Lo considero el cerebro más brillante del siglo XIX. Y me atrevería a decir que es la mente más brillante que ha dado el México Independiente, a pesar de que los historiadores conservadores consideran sus escritos como inmorales o de carácter anarquista.”
Pionero internacional
Autor también de Las reformas constitucionales inconclusas 2010, Arellano recuerda a El Nigromante como un mexicano “ejemplar y extraordinario” que perseguía el bienestar general de la nación. Afirma que fue el único “auténtico liberal, idealista y honrado” que vivió y murió pobre. Y apela al patriotismo de la gente para enterarse de por qué trató de impedir el avance de los conservadores y del clero, y por qué se están dando los cambios actuales en la relación Iglesia-Estado.
–Para mucha gente los liberales del siglo XIX conformaron un grupo y todos fueron muy valiosos: Benito Juárez, Guillermo Prieto, Lerdo de Tejada, entre otros. ¿Por qué cree que El Nigromante fue el mejor?
–Efectivamente, hubo liberales extraordinarios, no hay que negarlo, pero curiosamente la mayoría eran conservadores moderados, incluido el presidente Juárez; de hecho, no existían los liberales. El único liberal puro que se conoce en la historia de México, de acuerdo con las versiones de Francisco Zarco, fue don Ignacio Ramírez.
“Porque él no era simplemente anticlerical, como lo quiere manejar el clero conservador moderno; sencillamente, no creía en esas cuestiones, era una persona que a los 18 años se atrevió a decir en la Academia de Letrán: ‘No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos’, cosa que escandalizó en su tiempo a toda la sociedad mexicana.”
En cambio, agrega, Juárez, Zarco, la familia Mateos, Porfirio Díaz, “hasta Guillermo Prieto” y otros personajes del XIX eran “devotos recalcitrantes”, estudiaron en colegios religiosos; el único laico fue Ramírez, porque su padre le enseñó el ateísmo y la filosofía liberal. Fue “el único ateo de toda la historia de México que ha estado en el poder”.
Se cuenta en el libro que, cuando la Constitución de 1857 fue aprobada, Juárez invitó a su gabinete y a un selecto grupo a un te deum o misa cantada en la Catedral. El Nigromante rechazó la invitación con una nota a mano que decía: “¡Gracias!, pero no podré asistir a semejante acto. ¡No entiendo por qué lo organizó! Pero las consecuencias para su imagen personal serán desastrosas…”.
Y lo fueron, continúa Arellano, pues al terminar el te deum, el cardenal de México arrojó al suelo la Constitución desde el altar mayor por considerarla pecado mortal.
Hay otra anécdota donde se relata que al revisar el borrador de la Constitución de 1857, conservadores y algunos “que se decían liberales” escribieron en el artículo primero: “En el nombre de Dios, los mexicanos nos otorgamos esta Constitución”. Ramírez subió a la tribuna y dijo a los diputados:
“Qué vergüenza siento y una gran pena por muchos de ustedes que haciendo uso del derecho divino condenan al pueblo de México a vivir por siempre en una nación gobernada por fuerzas siniestras (…) El nombre de Dios ha producido en todas partes el derecho divino, y la historia del derecho divino, el sudor y la sangre de los pueblos; y nosotros, que presumimos de libres e ilustrados, ¿no estamos luchando todavía en contra del derecho divino? (…) Es muy respetable y representativo el encargo de formar una Constitución para que yo comience mintiendo (…)”
Para Ignacio Ramírez la divinidad nada tenía que ver con la construcción de la nación, dice Arellano, y reivindica a su tatarabuelo como el verdadero autor de las Leyes de Reforma junto con Lino Ramírez y Valentín Gómez Farías, aunque “la historia oficial dice que fueron Juárez y Melchor Ocampo”.
Afirma que desde 1833 iban a plantear las primeras Leyes de Reforma. Ramírez era el escribano de Valentín Gómez Farias, un gran amigo de su padre. Desde entonces estaban redactados los borradores de más de 75 leyes, de las cuales surgieron las aprobadas. Y agrega:
“Toda esa generación brillante de mexicanos entendió algo que no han entendido nuestros actuales gobernantes: que la religión y las creencias personales son muy respetables, pero el clero no tiene por qué intervenir en asuntos políticos ni hay razón para darle ningún beneficio o prebenda. Y amparado en las creencias del pueblo, el clero ha utilizado la fe para obtener beneficios políticos y económicos.”
Se le pregunta si, dado que México hizo la separación Iglesia-Estado antes que Francia, podría decirse que Ignacio Ramírez es un precursor a nivel internacional. Explica que México promulgó su Constitución en 1857, y el entonces arzobispo primado de México, Clemente de Jesús Munguía, advirtió que quienes la leyeran caían en pecado mortal; vino la Guerra de Reforma y luego las Leyes de Reforma y su aplicación. Y no fue sino hasta 1908 cuando Georges Clemenceau, “admirador de Juárez y de Ignacio Ramírez, implementó el Estado laico y la separación Iglesia-Estado en Francia.
“O sea que sí, se pueden tomar como antecedentes a dos personas, aunque se oiga un poco intenso el comentario: Martín Lutero e Ignacio Ramírez en México, porque don Ignacio no estaba en contra del precepto o el concepto de creencia religiosa, estaba en contra de que el clero participara en asuntos políticos y utilizara la fe, y al pueblo mexicano como carne de cañón, para obtener sus prebendas y beneficios.”
Y lo que sucede ahora, considera, es lo mismo del siglo XIX. Aliados con un gobierno conservador, están tratando de impulsar las reformas del artículo 24 constitucional, aunque la ciudadanía esté en desacuerdo.
Estos grupos, agrega, han tratado de borrar de la historia a personajes contrarios a los intereses clericales. Es el caso de Ignacio Ramírez, cuya historia sobrevivió en el siglo XIX gracias a escritores como Altamirano y Justo Sierra, y en el XX por el investigador Boris Rosen y el escritor Carlos Monsiváis, “último vástago de la Academia de Letrán original”.
Denuncia además que, siendo el promotor de los libros de texto gratuitos, no se le menciona en ninguno “ni siquiera en tres renglones”, lo cual le parece vergonzante. Y algo más: recuerda que en 1957, al conmemorarse el centenario de la Constitución liberal, se aprobó la inscripción de su nombre en letras de oro en el Congreso, pero hasta hoy no se ha cumplido. Entiende que los panistas no quieran hacerlo, pero no la omisión de los priistas, pues siempre se dijeron herederos de la Revolución Mexicana y juaristas. No lo harán ahora, cuando sus intereses y preocupaciones están en la elección.
“¿Cuál es nuevo PRI?”, se pregunta.
El libro incluye diversos documentos, entre ellos tres cartas enviadas al Papa Pío IX, con las cuales el liberal decimonónico respondió a la excomunión, censuradas por más de 115 años:
“Todavía al leerlas, dice uno: ¡Qué mente tan visionaria! Tienen tal impacto al grado de seguir siendo actuales. Y es exactamente lo mismo que está sucediendo en este momento. Entonces la persona que tenga interés en saber lo que sucedió y lo que está sucediendo, lea a Ignacio Ramírez aunque lo haya escrito en 1868.”