El amor en los tiempos del cólera


La escritura a partir de imágenes (un paraguas rojo volado por el viento, una carta interminable a la amada sólo vista una vez, una noticia interruptora de coitos, un hijo metiendo a la casa a su madre anciana, ya loca, sobrepintada de rubor y labios rojísimos; un crucero vacío navegando río abajo sin tripulantes, un empleado izando la bandera gringa)
Todo tan García Márquez y García Márquez ahí mismo en los detalles apenas exageradísimos (las quinientas amantes) y los rasgos de carácter ("me caso contigo pero no me hagas comer berenjenas", aquel doctor que toca los senos de la paciente para oír su corazón), las canitas pintadas con gis, el loro que habla inglés en Cartagena, los boleros de Shakira antes de la invención del bolero, Ana Claudia con la peluca de su abuelita y Bardem con los lentes de Pasteur. Ahí está el olor de la guayaba y la América maravillosa.
Y sin embargo.

Por una cabeza

Sus ganglios estaban desatados. Era una linfómana.