
La travesĂa fársicoespiritual. En Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, EU, 2007), quinto filme del inclasificable satirista autor total Wes Anderson (Los excĂ©ntricos Tenembaum 01, Vida acuática 04), el accidentado voluntario lleno de vendajes Francis (Owen Wilson), el futuro padre aterrado Peter (Adrien Brody) y el autoficcionista ligador compulsivo Jack (el colibretista Jason Schwarzman) son tres tĂpicos treintones estadounidenses en crisis desde el deceso de su padre que un buen dĂa se han citado dentro de los gabinetes de un viejo tren de lujo para cruzar la India sagrada con triple motivo: restañar sus deteriorados lazos fraternos, emprender un viaje espiritual y visitar a su rechazante madre demasiado autĂłnoma en un punto distante; pero pronto, entregados a nostalgias y riñas infantiloides serán expulsados del vehĂculo, arrastrarán las maletas heredadas del padre, abordarán diversos vehĂculos, andarán, salvarán a dos niños pero perderán a otro en el derrube de un primitivo puente de soga, participarán devotamente como invitados en el funeral aldeano, recibirán un mensaje materno solicitándoles que la visiten hasta la primavera, pero insistirán en hacerlo ahora, anes de que su progenitora sabia (Anjelica Huston) vuelta monja en un monasterio budista desaparezca de nuevo fugaz.
La travesĂa farsicoespiritual impone como Ăşnica base y horizonte narrativo un tiránico tono de sátira tan imperturbable cuan irritante, por medio de una colecciĂłn de imágenes inmovilizadas a la fuerza y horizontales para transmitir mejor el vĂ©rtigo de las vivencias estáticas, la más sencilla estĂ©tica concebible y la idea de movilidad cual nocturna rosa de Villaurrutia ("tan lentamente que su movimiento es una misteriosa forma de quietud"): encuadres exclusivos de frente y de perfil, largos desplazamientos laterales de cámara, vertiginosos pannings de 90 grados exactos, uso clave de la cámara lenta. La travesĂa fársicoespiritual secreta en Ăşltima inconfesable instancia una trastornada y cĂłmica forma de lo espiritual, a modo de orfandad absoluta que sĂłlo puede redimirse, o más bien: purgarse, por medio de un exorcismo simbĂłlico ondamente sentido, un acercamiento agĂłnico y lĂşcido a la muerte, una catarsis funeral por dentro y por fuera, un sereno reencuentro con la madre sĂłlo para volver a perderla y el reestablecimiento del nexo fraternal en la confianza generosa. Y la travesĂa farsicoespiritual culminará en el travelling de un recorrido unanimista por vagones y el desprendimiento de todas aquellas lastrantes maletas paternas para poder coincidir libremente, ¡por fin!, en un solo momento del afecto recobrado-reconciliado al interior de un aeropuerto.